El biólogo José Luis Hórreo y unos compañeros suyos se fueron a comen pescado en diferentes restaurantes de Madrid. Su intención era mientras que el camarero no miraba, cogían una muestra del pescado, la colocaban en un tubo pequeño de plástico y directa al congelador para analizarla posteriormente.
El análisis de ADN de 77 muestras dio el siguiente resultado: el 36% de los pescados estaban mal etiquetados, un ejemplo es un restaurante de Centro donde pidieron mero y les sirvieron perca del Nilo. «Podría ser por motivos económicos, pero no lo sabemos» afirma el biólogo.
Pero este no es el único estudio que muestra el mal etiquetado de los peces. Otro estudio también demostró que en 22 establecimientos españoles se vendía algún pescado mal etiquetado como por ejemplo en un restaurante donde vendían atún claro servido como atún rojo. También en 2012 el equipo de Eva García Vázquez detectó que el 60% de los gallos de las pescaderías estaban mal etiquetados, tras analizar 246 ejemplares de diferentes mercados. Muchas veces lo que vendían era gallo manchado y no gallo europeo.
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